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miércoles, 26 de noviembre de 2025

¿Y si la ITV la hicieran los talleres? Una idea sencilla que desmonta un negocio redondo

Hay temas que uno deja correr… hasta que vuelve a pasar por la ITV y recuerda por qué este país funciona como funciona. Coches con más de cierta edad —que cada vez parece que tienen menos edad, porque esto de ampliar obligaciones siempre es apetecible— deben pasar la famosa Inspección Técnica de Vehículos. Hasta aquí, nada que objetar: la seguridad vial es importante. El problema viene cuando la obligación se convierte en un ritual caro, lento y, sobre todo, muy rentable… para otros.

Porque no nos engañemos: en la Comunitat Valenciana, el negocio de la ITV es un bocado muy apetecible para la Generalitat. Pasar por caja es obligatorio y periódico, y uno tiene esa sensación tan española de “pago porque me toca, no porque me aporten un servicio del siglo XXI”.

Pero aquí va la idea que me ronda desde hace tiempo, y que cualquiera con un poco de sentido común entendería:
¿Por qué no pueden hacer esa revisión los talleres donde llevamos nuestros coches todo el año?

Talleres homologados: mismos controles, menos molestias

Los talleres ya conocen nuestros vehículos, los reparan, los ajustan y saben mejor que nadie si el coche está para carretera o para desguace. Convertirlos en “estaciones técnicas” homologadas para realizar la ITV no es ciencia ficción. Solo requiere voluntad política… que es precisamente lo que suele faltar cuando hay un negocio montado y funcionando a golpe de etiqueta adhesiva.

La propuesta es simple:

  1. Los talleres se homologan para realizar las revisiones con los mismos criterios técnicos que las estaciones oficiales.

  2. La GVA vende las etiquetas de aptitud —sí, que se queden el negocio si tanto les duele soltarlo— a los talleres.

  3. El cliente paga la revisión y la etiqueta, sin colas eternas, sin desplazamientos absurdos, sin rituales burocráticos.

  4. La Administración supervisa, y aquí sí, con mano firme, que los talleres cumplan a rajatabla las normas de inspección.

Resultado:
– El ciudadano gana tiempo y comodidad.
– El taller gana un servicio adicional.
– La GVA sigue ingresando, pero sin monopolizar el proceso.
– Y el parque móvil sigue estando controlado.

¿Por qué no se hace?

La pregunta del millón. ¿Problemas técnicos? Ninguno que no se pueda resolver. ¿Falta de profesionales? Los talleres están llenos de ellos. ¿Cuestiones de seguridad? Con mayor motivo deberían estar más implicados quienes realmente conocen los vehículos.

Así que solo queda la respuesta incómoda:
no se hace porque no interesa.
Porque cuando una administración convierte un trámite en una mina de oro, lo último que quiere es abrirla a la competencia o que el ciudadano deje de hacer cola.

Una ITV más moderna y más lógica

Si la Generalitat quiere “hacer negocio”, que lo haga vendiendo las etiquetas. Pero la revisión debería poder realizarse en cualquier taller homologado. No tiene sentido seguir atados a un modelo rígido y centralizado cuando la tecnología y la lógica apuntan en la otra dirección.

Quizá va siendo hora de que alguien en el Palau diga en voz alta lo que muchos pensamos en silencio:
la ITV es necesaria, el monopolio —no.

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