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domingo, 16 de noviembre de 2025

Vila-real, la tasa y la ley: ¿basurazo o simple chapuza municipal?

Hay días en los que uno piensa que el Ayuntamiento de Vila-real trabaja con una brújula sin norte. Y luego están esos otros días —cada vez más frecuentes— en los que sospechamos que directamente no llevan brújula. El asunto del basurazo pertenece a esta segunda categoría.

Desde hace semanas oímos a vecinos hartos de ver contenedores desbordados, bolsas pululando por las esquinas y una tasa que llega puntual, como si esto fuera Suiza, pero sin la precisión ni la limpieza. Así que me he dicho: “Vamos a ver si esto es cosa nuestra o si, por una vez, la normativa nos da algo de munición”. Y vaya que sí.


La Ley 7/2022: esa que obliga… cuando conviene

La famosa Ley de Residuos de 2022 no es precisamente literatura ligera, pero sí deja algo muy claro: los ayuntamientos tienen la obligación de ponerse las pilas. Deben adaptar ordenanzas, mejorar sistemas, fomentar el reciclaje, y —esto es importante— hacerlo con transparencia.

Y aquí empieza la fiesta.

Mientras otros municipios publican orgullosos sus ordenanzas de residuos, explican cómo se gestiona cada fracción y hasta hacen campañas informativas, en Vila-real lo que tenemos es… silencio. Un silencio administrativo tan espeso como el olor de un contenedor de orgánico en agosto.


¿Dónde está la ordenanza moderna de residuos de Vila-real?

He buscado. He rebuscado. He husmeado. Y no: no hay una ordenanza clara, completa y actualizada sobre gestión de residuos accesible para el ciudadano medio. Tenemos trozos sueltos:

  • Una ordenanza de convivencia que te dice que saques la basura entre las 21:00 y las 23:00. Bien, perfecto, útil… en 1998.

  • Una ordenanza para vertidos líquidos que ni va ni viene al problema actual.

  • Y, eso sí, una flamante ordenanza fiscal para la nueva tasa de residuos, aprobada como quien pone la guinda antes de hacer el pastel.

Porque, seamos sinceros: la tasa ha llegado antes que la transparencia. Antes incluso que un reglamento municipal al nivel de la ley nacional. Y esto ya es digno de estudio sociológico.


La tasa: rápida como un rayo. La gestión: ya si eso…

El Ayuntamiento, obediente como nunca, ha implantado la tasa que la ley exige. Ojo: no digo que esté mal. La ley manda tener una tasa diferenciada, y la tienen. Que la hayan aprobado más rápido que cualquier otra reforma relevante… eso ya es otra historia.

La tasa incluye bonificaciones muy verdes, muy europeas:

  • 20% de descuento si participas en la Inspección Técnica de Reciclaje (ITR).

  • 2% si pagas domiciliado (la eterna palmadita en la espalda).

  • Hasta 30% para algunos comercios que reciclen más.

Todo muy bonito… pero aquí la pregunta del millón:

¿Dónde está la ordenanza completa que explique cómo se gestiona el sistema que estás pagando?

Porque pagar ya pagamos. Otra cosa es saber para qué.


Transparencia: esa palabra que en Vila-real parece opcional

La Ley 7/2022 exige sistemas de información pública, claridad sobre costes, planes de mejora, datos de recogida, porcentajes de reciclaje.

¿Alguien ha visto eso por aquí?

Yo tampoco.

Así que, mientras el vecino observa cómo los contenedores rebosan y el ayuntamiento presume de sostenibilidad, uno empieza a sospechar que la tasa sí está adaptada a la ley… pero el sistema de gestión, quizás no tanto.


Conclusión: un basurazo más institucional que ciudadano

La palabra “basurazo” no la ha inventado la gente porque sí. La percepción ciudadana no nace en el vacío. Cuando el Ayuntamiento aprueba una tasa sin acompañarla de:

  • una ordenanza íntegra y visible,

  • un plan operativo transparente,

  • datos actualizados,

  • y una mejora palpable del servicio…

el resultado es lo que tenemos: desconfianza, enfado y un olor cada vez más difícil de ignorar.


Lo que los vecinos podemos exigir (y con razón)

  1. Publicación inmediata de una ordenanza de residuos completa y adaptada a la Ley 7/2022.

  2. Transparencia absoluta sobre cómo se calcula la tasa, en qué se va a gastar y qué mejoras veremos.

  3. Datos públicos sobre reciclaje, recogida, rutas, impropios, y cumplimiento de objetivos.

  4. Responsabilidad municipal: menos propaganda, más gestión.

Porque, al final, gestionar los residuos no es solo cobrar una tasa:
es demostrar que el dinero que sale de nuestros bolsillos vuelve en forma de un pueblo más limpio.

Y ahora mismo, querido Ayuntamiento, los números… no os salen.

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