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sábado, 26 de diciembre de 2020

Contagio controlado

Llevamos más de 9 mese desde el primer confinamiento huyendo del contagio del Covid-19, y esto, con sus altibajos, no hace más que empeorar.

Mucho se ha hablado y se hablará sobre el tema, sobre las medidas que aconsejan los sanitarios, los expertos, si es que los hay, y no me refiero a los del Gobierno, sino  a gente que realmente sepa sobre el tema. Sobre las restricciones que nos imponen desde los diferentes centros de poder, nacional o autonómico, y la verdad es que el virus sigue su progresión, infectando a unos y otros, con mayor o menor gravedad, en función de la carga viral que reciban del contagiador, o de las patologías previas que el contagiado llevaba en la mochila.

Todos nos hemos decantado hacia la idea de evitar los contagios, a fin de vencer al virus, salvo algunos países que inicialmente no adoptaron ninguna medida, a fin de que la propagación incontrolada del virus, proporcionara la inmunidad de rebaño, es decir, que, con la mayoría de la población con anticuerpos, la enfermedad no encontrara transmisores que la siguieran expandiendo.

Como digo, se han buscado las medidas más efectivas para evitar los contagios, entre las que encontramos las que todos conocemos de, uso de mascarillas, distancia social e higiene de manos. Posteriormente se ha incorporado la ventilación para evitar los aerosoles.

Quizá la que mejor funcionó en su momento fue el confinamiento en casa de poblaciones enteras, incluso de toda España allá por el pasado mes de marzo y posteriores. Pero estas medidas, a pesar de mostrar su eficacia frente a la enfermedad, resultaba nefasta en lo que a la economía se refiere y su impopularidad entre los que necesitan de la gente para poder vivir, hizo que las autoridades la relegaran para situaciones de extrema gravedad, y así se sigue implementando, aunque yo diría que todas las situaciones en las que fallecen personas, son de ‘extrema gravedad’.

Pues bien, a pesar de algunas excepciones, casi todo el mundo usa las mascarillas. La distancia social quizá sea más complicado mantenerla, aunque se intenta y se consigue en la mayoría de los casos. La higiene, vosotros me diréis cuanta veces os laváis las manos al cabo del día, y sobre la ventilación, que os voy a contar que no sepáis, cuando hasta las clases en los colegios se dan con las ventanas abiertas, a pesar del frío que comienza a invadirnos.

A pesar de todo ello, estamos asistiendo a lo que se ha venido a llamar la segunda ola, y ya de predice la tercera para después de las fiestas navideñas.

Con todo esto, lo que quiero decir es que quizá estemos apostando por un camino equivocado. Que igual es el más recto, pero que su implementación solo nos protege mientras mantenemos las medidas, pero en cuanto las relajamos, seguimos a merced del dicho virus.

Y mientras tanto los más vulnerables siguen cayendo, tal y como predecirían las leyes de la ciencia, en las que se intenta explicar la supervivencia del más fuerte.

Teniendo en cuenta todo lo comentado, que os parecería darle una vuelta de tuerca a la forma de actuar y, en lugar de huir del contagio, apostamos por contagiarnos de un modo controlado.

Hemos visto, que con un sistema sanitario colapsado somos muy vulnerables, como se demostró en la primera ola, cuando los hospitales no daban abasto, y no pudieron atender ni a enfermos de Covid, ni a los de las enfermedades habituales, por lo que murieron muchos, demasiados, miles de personas, algunas de las cuales se hubieran podido salvar, en situaciones sanitaria normales.

Pues bien, por qué no buscamos una forma de contagiarnos de un modo progresivo, poco a poco, unos grupos de personas ahora, y otros más tarde. Además, quizá la carga viral del contagio, si es pequeña al inicio, dé tiempo al sistema inmunológico a prepararse antes de que el virus de reproduzca en nuestro interior, No sé, no soy médico y quizá estoy diciendo una barbaridad, pero para eso la digo, para haceros pensar y los que estén más capacitados, que le den vueltas al tema. A veces de una idea sale otra, alguna puede ser buena.

Yo veo que ahora, a pesar de que los contagios siguen en aumento, los hospitales parece que no están tan colapsados. La gente pasa la enfermedad en casa, con unos síntomas más o menos graves, pero la mayoría supera la enfermedad. Eso sí, los mas débiles tiene cama en centros sanitarios donde pueden hacer algo por ellos.

Y esa es la idea, que nos fuéramos contagiando, sin colapsar los hospitales y que consiguiéramos la inmunidad de rebaño que todos deseamos.

Al fin y al cabo, la vacunación es una forma de contagio controlado.

lunes, 14 de septiembre de 2020

Tensiones sociales

Los actuales 'proges' creen que la lucha de clases la ha inventado Podemos, cuando toda la vida ha habido tensiones entre los ricos y los pobres. Tensiones que en los países 'avanzados' habían logrado un equilibrio más o menos estables, en los que quienes tenían el capital lo arriesgaban para multiplicarlo, de modo que, si todo iba bien, conseguían incrementarlo, pero si fracasaban, lo perdían. 

Para conseguir sus fines, necesitaban de una mano de obra que se beneficiaba de unos jornales, marcados por la ley de la oferta y la demanda y negociados por la patronal de cada sector y los sindicatos, que les permitían cubrir sus necesidades sin arriesgar ningún capital.

Las actuales fricciones de clases, está rompiendo este equilibrio y como consecuencia de ello, el capitalista se reserva lo que tiene, a fin de no perderlo, con lo que deja de crear puestos de trabajo y de pagar salarios.

Más que la pescadilla que se muerde la cola, es una espiral descendente que está dejando el país en una ruina de la que nos costará mucho salir.

El caso es que, la culpa de estas rupturas entre clases, no la tienen ni los unos ni los otros, porque, como ya he dicho antes, ambas clases sociales han convivido ordenadamente durante muchos años sin ningún problema. Incluso ha habido trabajadores emprendedores que han creado sus propias empresas y se han hinchado a ganar dinero y empresarios a los que les han salido mal sus negocios y han terminado como trabajadores por cuenta ajena, que no es ninguna deshonra. 

Lo malo es que los trabajadores reconvertidos en empresarios, salvo honrosas excepciones, nunca se han acordado de sus inicios, apoyándoles en sus reivindicaciones, y pagándoles unos jornales superiores a lo que los convenios colectivos marcaban.

Por otra parte, normalmente los empresarios venidos a menos, reconocen su mala suerte y aunque pidan ayuda a las instituciones, nunca echan la culpa a los obreros, en cambio estos últimos siempre culpan de sus penurias a los empresarios o a la sociedad, nunca reconocen que hubieran podido hacer algo más por ellos mismos cuando era hora de hacerlo. 

En cualquier caso, y a pesar de todo, los equilibrios se venían manteniendo hasta que grupos de 'indignados', según ellos, 'vagos y maleantes' según otros, culpando de sus desdichas a la sociedad, exigieron una prebendas muy por encima de lo que 'el capital' estaba dispuesto a pagar. A partir de aquí, comenzaron las hostilidades.

Dado que 'pedir' es más goloso que 'dar', hubo mucha gente que se subió al carro de este movimiento, lo que ha hecho que llegaran al gobierno de la mano de 'Podemos'.

El poder exigir y regular el reparto de los bienes desde las instituciones, ha asustado a los que venían ostentado el poder, por medio del dinero, y ha hecho que lo vayan retirando del mercado, cerrando empresas, evitando contratar o incluso despidiendo, invirtiendo en otros países sin estos problemas.

Todo esto, agravado por la pandemia, que paralizó el país durante los meses de confinamiento, y cerró las puertas, por miedo, a la llegada de turistas, está dejando un país en bancarrota.

El gobierno, no acierta con la formula que equilibre el tema sanitario, con el económico-laboral, de modo que si prioriza la salud, como parece que sea lo correcto, la economía cae en picado, obligando al cierre de más empresas con el consiguiente generación de más paro. Y si se pretende priorizar la economía, los rebrotes de los contagios se reproducen de manera descontrolada.

Difícil solución tiene el problema. No sé si unas políticas de derechas, que mantuvieran las medidas sanitarias a raya, pero estimularan la creación de empresas y de empleo, podrían equilibrar esta balanza. 

Está claro que, actualmente, después del enorme gasto realizado para frenar los efectos del Covid, España necesita recaudar para volver a recargar las arcas que aseguren el futuro de las políticas sociales, y para ello parece que la única forma sea incrementar los impuestos, pero esto lleva a lo contrario, ya que si se siguen cerrando empresas, las recaudaciones seguirán cayendo, en cambio, con una bajada de los mismos, se mantendrían y crearían más puestos de trabajo, con el consiguiente incremento en la recaudación.

En fin, no sé que sería lo mejor. Dejo estos pensamientos a vuestra consideración y si podéis aportar algo, estaremos encantados de leeros.

miércoles, 19 de agosto de 2020

Afrontemos la vuelta al cole con seguridad.

 A raíz de las dudas que asaltan a la comunidad educativa, a los padres y a los alumnos, os comento una conversación que tuve con un amigo profesor de instituto, toda vez que entiendo que los problemas de los institutos son muy diferentes a los colegios, donde los alumnos, más pequeños, tienen una necesidades asistenciales mucho mayores.

El caso es que, evidentemente, la ratio de alumnos por aula no se puede mantener a los niveles actuales, ya que no se respetarían las distancias de seguridad.

Lo que proponía mi amigo era formar dos o tres grupos de alumnos y que asistieran cada día un grupo, pero ambos coincidíamos en que si se tenía que repetir la misma unidad didáctica en cada grupo, no habría suficiente curso como para dar todo el programa, y si se seguía el programa independientemente del grupo que hubiera en clase, el o los otros grupos no se enteraban de las explicaciones ni podía solicitar aclaraciones sobre los conceptos no comprendidos.

Planteábamos, pues, la posibilidad de que cada aula tuviera una instalación (webcam) que permitiera la emisión de las explicaciones por cualquiera de las aplicaciones gratuitas que existen en Internet, con lo que los grupos que estuvieran en casa, podrían seguir las explicaciones del profesor, así como las intervenciones de los compañeros desde clase, que de algún modo ayudarían a poner en común las dudas del conjunto. Además estas clases grabadas podrían quedar consultables por los alumnos, por si en alguna casa hay más de un alumno, de diferentes niveles y solo un ordenador para seguir las clases. El que no la pudiera seguir en directo, lo podría hacer en diferido.

Así y todo, sería aconsejable que cada día se destinaran unos minutos para que los alumnos pudieran plantear cuestiones sobre los conceptos explicados durante los días previos en que no se ha estado en clase.

De este modo se podría seguir el programa, con grupos asistenciales pequeños que permitieran mantener las distancias de seguridad. La higiene y las mascarillas se presuponen.

En cuanto a la toma de temperatura, debe ser diaria, como todos presuponéis, pero ¿Quién la toma, el docente o los padres?. En caso de que se decidiera que fueran los padres, debería tomarse con un termómetro sanitario que permitiera imprimir la temperatura, con la fecha y la hora de la medición, para que el alumno garantizara que se le ha tomado. (No sé si existe, pero si no es así, habría que inventarlo).

Otra opción, no excluyente de las anteriores, sería la configuración de subgrupos de cuatro o cinco alumnos de una misma clase, que seguirían las explicaciones siempre por videoconferencia desde un local ajeno al colegio, incluso con la posibilidad de contratar por su cuenta el apoyo de un docente particular. Las medidas de seguridad serían las mismas recomendadas por las autoridades sanitarias, pero el control y su exigencia debería ser cosa del propio grupo. 

Este sistema aliviaría la ratio de las aulas y mantendría alejados a los miembros de estos grupos del resto de alumnos, por lo que beneficiaria a todos. 

Si además se demostrara que la ventilación controlada fuera eficaz, también habría que implantarla.

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Ventilación controlada explicada en su día en Facebook:

Aparte de otros temas, como aquí hay gente inteligente y con estudios de todas las ramas, y por tener algo de lo que hablar, quisiera plantear una idea que me ronda la cabeza por ver las pegas que se le puede poner y si son salvables y alguien tiene los medios para estudiarla.

Se trataría de ver como actúan las pequeñas partículas (virus) en ambientes cerrados de ventilación controlada. Me refiero a ver si en una sala con un extractor en el techo y una entrada de aire filtrado en la parte baja, generaría una corriente de aire capaz de aspirarlas en el mismo momento en que fueran exhaladas por las persona portadora.

La imagen puede contener: texto que dice "Extractor Entrada de aire"

Si esto fuera así, quizás se resolverían muchos de los problemas de los locales cerrados, los colegios entre otros, sin menoscabo del resto de medidas implantadas hasta ahora.

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En lo que al acceso a las instalaciones se refiere, el cole debería estar abierto 30 minutos antes del comienzo de las clases, a fin de que los alumnos pudieran acceder a sus aulas y sus pupitres y evitar las aglomeraciones y contactos a la espera de la apertura, y en caso de juntarse alumnos que lleguen a la misma hora, mantener la distancia social mientras se accede al centro.

A fin de mantener un contacto diario con los alumnos, tanto presenciales como en casa, y evaluar la asimilación de los contenidos de la unidad didáctica, sería conveniente contar con una aplicación similar a la de ¿Qué he aprendido hoy?, que no paso a explicar, por ser algo extenso, pero que pueden ver en los documentos que acompañan a la aplicación que enlazo aquí.

No sé si lo que propongo sería eficaz al 100%, entiendo que no, pero al menos es una opción, ya que de momento no hay muchas.

domingo, 16 de agosto de 2020

Los rebrotes que nos vienen.

Dentro de nada comienza el nuevo curso escolar sin ninguna medida adicional a las ya conocidas de higiene, distancia social y mascarillas.

La aplicación de las mismas implica un menor número de alumnos dentro del aula, las aulas burbuja, horarios de recreo diferentes para cada grupo, comedor en clase y algo más.

A pesar de todo ello, todos somos conscientes que los contagios serán inevitables, y es aquí donde me gustaría poner el foco de la reflexión.

Mi mujer es maestra, mi hija es maestra. Yo convivo con mi mujer, y ayudo a mi hija con los niños cuando ella está en clase, ya que su marido también trabaja.

Los domingos, uno de cada dos, estoy con mi madre, anciana de riesgo.

Supongamos que se detecta un positivo en uno de los niños de los que mi mujer tiene en clase. Automáticamente todos los niños de la clase deberían estar en cuarentena, sus familiares y por supuesto sus maestros, entre los que estaría mi mujer.

Por convivir con ella, yo también debería aislarme, con lo que no podría atender a los peques de mi hija, o incluso estos también debería quedar en cuarentena, y sus padres.

No podría atender a mi madre, pero es que si se detectara después de una de mi visitas, también mi madre debería evitar más contactos, con lo que nadie debería poder visitarla ni cuidarla, cosa imposible, porque ella no se puede valer por si sola.

Todo este problema que veo para mi entorno, hay que multiplicarlo por tantos niños como haya en la clase, o en las clases afectadas, porque si el niño no es de un grupo burbuja, es decir que se mezcla con otros según la asignatura, el problema es mucho mayor.

En fin, no sé como debería enfocarse la vuelta al colegio. Tengo claro que en casa tampoco pueden quedarse, ya que los padres también han de trabajar, pero me parece muy irresponsable exponer a los niños y con ellos a todos sus familiares a unos rebrotes que, sin ninguna duda, van a llegar.

lunes, 15 de junio de 2020

Difícil papeleta tiene el Gobierno

Enfrentarse a una hoja de papel con una idea que plasmar es muy sencillo, lo malo es encontrar las palabras que conformen las frases adecuadas para que esa idea no ofenda a nadie, ya que, por suerte, en España hay gentes de todas las ideologías y opiniones.

Llevamos unos días en que, como el coronavirus, que nos ha atacado tan violentamente, va perdiendo intensidad, el gobierno va mirando más de frente a la economía.

En este sentido, España, como el resto de países, ha quedado muy tocada, quizás más que los de nuestro entorno.

Europa, haciéndose eco de esta apremiante situación, ha dispuesto una serie de ayudas, de índole económicas, en forma de préstamos, de los que España parece ser que va a ser una de las principales beneficiarias.

Quisiera hacer algunas consideraciones sobre este tipo de ayudas, que por desgracia no podemos, ni debemos despreciar.

En primer lugar y a pesar de que una gran parte de la ayuda será a fondo perdido, en forma de subsidios, es decir, que no habrá que devolver, otra parte será en forma de ‘préstamo’, y como todo con todo préstamo se nos exigirán una serie de garantías y condiciones de devolución.

Todo esto, pendiente de la aprobación, que cuenta con la oposición de una serie de países como son Países Bajos, Austria, Suecia y Dinamarca, más favorables a que todo el montante sea a través de préstamos reembolsables, o sea, que haya que devolver.

En cualquier caso, es sabido por cualquiera que se haya preocupado por la economía familiar, que desde el momento en que se contrae una deuda, los gastos deben limitarse en la medida suficiente como para poder genera un ahorro mínimo equivalente a los intereses más la amortización exigida a cada periodo.

Debido a que España ya estaba endeudada, de hecho es de los países más endeudados del mundo, es muy posible (no me he parado a buscar la información), que estemos a punto de superar el importe de PIB.

¿Que significa esto?, Si el PIB representa el montante de todos los bienes y servicios que se producen en un país, o sea, la riqueza que se genera en él. Con este dinero se debe hacer frente a todos los bienes y servicios que nos llegan desde fuera de nuestras fronteras, que importamos, además de todos los gastos sociales que generamos y por supuesto, el pago de intereses y amortizaciones de los préstamos comprometidos, es fácil pensar que la Balanza de Pagos nos es bastante desfavorable.

Con un nivel de gasto que supera con creces el de los ingresos, es imposible pensar en la posibilidad de ahorrar, por lo que, el único camino es el de incrementar la deuda.

Mal camino, a no ser que se tenga un buen plan para detener esta caída libre que permita revertir esta situación.

Se puede incrementar la deuda, como medida para conseguir mayor nivel de inversión extranjera, que genere empleo y que prevea, por una parte incrementar el PIB y por otra disminuir las importaciones, es decir, equilibrar la Balanza de Pagos, hasta ponerla a nuestro favor.

La actual crisis, ha puesto de manifiesto una serie de faltas en nuestro sistema sanitario, o al menos eso se echan en cara los políticos, porque este no ha sido capaz de absorber todas las necesidades que la pandemia ha requerido, y el sistema ha colapsado, por otra parte, la economía ha caído en picado y también necesitará de las ayudas estatales, las familias, tres cuartos de lo mismo.

¿A que nos lleva todo esto? Pues precisamente a lo contrario que necesitamos. A perder masa muscular en nuestro Producto Interior y a necesitar importar más. O sea, a desequilibrar a peor los pagos.

Entiendo todo el esfuerzo que el estado está realizando para mantener un país, que a la vista de todo lo acontecido, esta quebrado, pero también entiendo a la oposición que le exige moderación en el gasto.

Entiendo a los autónomos que, sin facturar durante estos meses, tienen que pagar sus cuotas, muchas veces teniendo que quitar ese importe de la boca de sus familias a las que les cuesta darles de comer.

Entiendo a las miles de familias que se han visto afectadas por los despidos, temporales o totales, y que tampoco pueden hacer frente a sus gastos vitales.

La verdad es que no quisiera estar en la piel del gobierno porque el dilema que tienen que resolver es muy difícil, pero por otra parte tampoco estoy de acuerdo con una gestión que no soluciona nada.

Entiendo que toda medida destinada a paliar desgracias sociales, mediante incremento del gasto público, debería venir acompañada de otra medida que permitiera recaudar lo suficiente para que este gasto quedara compensado, y por el momento estas medidas no las veo por ningún lado.

No me gusta extenderme tanto en mis escritos, porque los posibles lectores se asustan ante tanto texto y no los leen, por ello voy a dejar este tema aquí, a la espera de posibles comentarios que permitan seguir desarrollándolo, sin que se haga tan pesado.


miércoles, 10 de junio de 2020

¡Que difícil me lo ponéis!

Todos los que leéis mis escritos, tanto en mis diferentes webs, como las redes sociales, sabéis que suelo ser defensor del comercio local frente a los que pululan por Internet, a pesar de conocer las ventajas e inconvenientes de unos y otros.

Pues bien, esta mañana, como tantas otras, he ejercido de abuelo.

¿En qué consiste esto? y ¿qué tiene que ver con el comercio?, me preguntaréis.

Pues muy fácil, consiste en ayudar a mi hija un rato, cuando está sola, en el cuidado de sus hijos, mis nietos, y en cuanto al comercio, lo que tiene que ver os lo cuento.

A una hora prudencial, cuando el sol ya quería asomar por encima de las cornisas de los edificios de Villarreal, para que no hiciera demasiado fresco, hemos salido a pasear con los nietos.

Como cada día, no solemos tener un rumbo fijo, pero a mi hija se le ha ocurrido comprarles un artículo para niños, que no voy a mencionar para no delatar ni siquiera a que tipo de comercio me refiero. Pues bien, nos hemos dirigido tranquilamente, sin prisas, hacia la tienda elegida, con la sorpresa al llegar a su puerta de encontrarnos la reja echada. Eran algo más de las 10 de la mañana, si el hecho de que estuviera cerrado ya nos ha sorprendido, más aun el letrero que anunciaba el horario de apertura, que venía a decir que por la mañana abrían a las 11 y por la tarde ‘algunas tardes…’ no recuerdo la hora.

Evidentemente cada uno puede abrir y cerrar cuando quiera, y eso es lo que le he argumentado a mi hija, ella, que es más de comprar por Internet, me ha contestado que podría comprar el mismo artículo, en la misma tienda, por la red (sería otra forma de comprar en el pueblo), pero que esa no tiene tienda virtual, por lo que iba a perder una venta.

Seguidamente, nos hemos dirigido a otro establecimiento, que tampoco voy a nombrar, en el que hace unos días intentó adquirir otro producto tecnológico que necesitaba, y que por lo disponer de él, le dijeron que se lo pedían. Mi hija, sabiendo que por la Web, en uno o dos días lo podía tener en casa, aceptó a regañadientes que se lo pidieran, pero bueno, todo sea por los comercios locales.

El caso es que hoy, no lo tenían, y lo que es peor, le han dicho que tenían problemas con el proveedor y que lo comprara donde lo encontrara.

De camino a casa, comentando las dos compras fallidas, mi hija me ha comentado con socarronería… ¡Qué difícil te lo ponen!

sábado, 30 de mayo de 2020

Imprudencias frente a la nueva normalidad.

Muchas imprudencias se están produciendo durante las fases de desescalada por la gente ávida de alcanzar la 'nueva normalidad'.

Hay que ser conscientes de que esta anunciada normalidad, nos es aun desconocida, y por tanto habrá que construirla modificando la habitual, corrigiendo los errores que nos exponen a contagios, tanto del actual coronavirus, como de los que, probablemente, nos seguirán importunando.

Los gobiernos, asesorados por los virólogos y especialistas, marcan las líneas a seguir que la lógica y la poca experiencia acumulada sobre este tema, les dictan como correctas, pero ante las inevitables dudas, y por estar en juego vidas humanas, estas medidas siempre pecarán de demasiado prudentes y, por tanto, restrictivas.

La picaresca y la irresponsabilidad, malas consejeras, empujan a las personas a ajustar sus propias líneas de seguridad, mucho más laxas que las del gobierno, lo que en algunas ocasiones lleva a nuevos repuntes en los contagios, pero en otras, por suerte o porque es así, no pasa nada.

Sin querer animar a nadie a saltarse las normas del gobierno, sí que entiendo que a la larga, será este quien deberá ir soltándonos de la mano para que actuemos de forma responsable por nosotros mismos, y para llegar a este punto, será el propio gobierno quien tenga que basarse en la experimentación a base de prueba y error, siendo este el método que irá delimitando las fronteras de la seguridad.

Igual estas irresponsabilidades de que hablábamos al inicio de este escrito, le van sirviendo a quién tenga que tomar las decisiones oportunas, para ver como va evolucionando la pandemia en estos grupos que saltándose las normas, se exponen voluntariamente a unos contagios, que si bien en ocasiones resulta fatal, en otras no lo es tanto y poco a poco van abriendo las puertas a esta ‘nueva normalidad’ mucho más parecida a la que veníamos disfrutando durante toda nuestra vida.

En cualquier caso, ya digo que no debemos aconsejar ni fomentar actuaciones ni reuniones contra las recomendaciones de los expertos. Yo no pienso saltármelas, al menos, conscientemente.

jueves, 14 de mayo de 2020

La crispación en la sociedad actual

Estaba pensando en la deriva que esta tomando la sociedad hacia la crispación y la discordia y me pregunto a que se debe esto.

Veo que, en general todo gira alrededor de la política, los políticos y sus medidas de cualquier índole. Da lo mismo que sean económicas, sociales, sanitarias, fiscales,… Siempre hay gente a favor y gente en contra, y lo que es peor, gente que se dedica a encender los ánimos de unos y otros para que las discrepancias se conviertan en enfrentamientos, de momento dialécticos y esperemos que, como mucho, queden en eso.

Políticos siempre los ha habido, en el gobierno y en la oposición, pero estas confrontaciones a cara de perro que hay en la actualidad, nunca se había vivido, ni en el senado, donde se supone que debe haber personas con una valía y educación sobre la media, ni en la calle, donde cada uno comenta con sus grupos de amigos, con los que se supone que no puede, ni debe, ni quiere discutir.

¿Qué nos lleva a tomar partido hacia uno u otro lado, como si la vida nos fuera en ello?

Entiendo que el primer factor es la educación. La educación suele llevar aparejado el respeto hacia los demás, y una y otro, nos permitirán plantear nuestras ideas y defenderlas frente a las opuestas, pero siempre dentro del marco que los delimita. Es decir, no saltaremos la frontera del respeto y si viene el caso de tener que hacerlo, preferiremos dejar el debate. La categoría del debatiente es llegar lo más lejos posible es su defensa sin faltarle al contrincante, ni siquiera a las terceras personas de las que se puede estar hablando.

Si esto lo tenemos asumido, ni siquiera el siguiente factor nos debería alterar.

El segundo factor serían los estímulos externos. Aquí englobaríamos en primer lugar, como más increpante, las redes sociales y en segundo lugar las fuentes de información tendenciosas. Es decir, la prensa y la televisión marcadas por un color político al que defienden por encima del bien y del mal.


Es normal que toda persona tenga una tendencia política, por la educación recibida, por su experiencia, por su economía, incluso por sus creencias religiosas, esta ideología, que está latente en la persona, en ocasiones, necesita de muy pocas chispas para tomar calor y prender.

Las noticias subjetivas en periódicos, radio o televisión, nos ponen la caldera a punto de ebullición, pero son las redes sociales, las que suman el punto de calor que las hace estallar. Esto, añadido a la posibilidad de contragolpear rápidamente, nos pone en bandeja el cuadrilátero donde lidiar el combate contra quienes piensan diferente.

Y como los ejemplos que vemos en los programas de debates de la caja tonta, no son mejores, aun nos envalentonamos más y somos capaces de proferir los insultos más rebuscados e hirientes.

Visto lo visto, no me gustaría que esto sirviera para justificar los malos modos en los debates, más bien quisiera que, conocido el origen del problema, fuéramos capaces de sortear las puyas que nos puedan lanzar y responder con conocimiento, sabiduría y humildad.

jueves, 7 de mayo de 2020

Ayudas al comercio local por el Covid-19

Siempre he sido de los que han criticado la subida del IBI propuesta para este año por el equipo de gobierno, entre otras cosas porque no la veía justificada, pero la actual crisis que se cierne sobre el pueblo hará necesarias una serie de medidas que ayuden a los comercios locales. Y cuando digo locales, me refiero a los nacidos y acaudillados por familias empadronadas en Villarreal.

Los grandes centros comerciales, generan empleo, pero sus necesidades no serán tan acuciantes como las de las pequeñas tiendas locales.

No sé si el Ayuntamiento tendrá previsto algún tipo de ayuda, si tendrá el remanente suficiente para atenderlas, ni las urgencias o necesidades que tendrán los comercios, pero, a fin de que en caso necesario pudieran darse, yo estaría dispuesto a aceptar esa subida del IBI propuesta, incluso más, de forma transitoria, a fin de que lo recaudado por el incremento, se destinara a los comercios, para que pudieran remontar del vuelo.

No debería ser una entrega a fondo perdido, sino que el comercio debería devolver el valor del importe percibido en mercancías a los vecinos, que pagarían con vales entregados por el Ayuntamiento, por valor del porcentaje de IBI destinado a las ayudas, y siempre que el comercio tuviera saldo a favor, es decir, que hubiera percibido más de lo que ha entregado.

Lo que se conseguiría con esto es que el comercio dispondría de efectivo para relanzar la actividad, y que los vecinos, a fin de aprovechar los vales, compraríamos en las tiendas locales, con lo que las conoceríamos y posiblemente volveríamos.

Al final todo cuadraría, los contribuyentes no habrían perdido ese incremento del IBI, y los comercios habrían obtenido el beneficio de la venta más los posibles clientes.

Son cosas que se me ocurren, igual no es buena idea, o quizá el importe que se recaudaría no sería el suficiente para ayudar a todos los comercios que lo solicitaran, o simplemente hay que darle algunas vueltas para hacerla viable.

Las cabezas pensante del Ayuntamiento pensad 5 minutos en ello. Tampoco es tanto.


sábado, 25 de abril de 2020

El debate como asignatura.


La proliferación de las redes sociales hace que, cada vez más, interactuemos por escrito con personas de toda índole, bien por ser amigos, conocidos o simplemente integrantes de un mismo grupo de opinión.

El lenguaje oral, apoyado de gestos y expresiones, matiza de diferente modo nuestros comentarios, pudiendo permitirse el lujo de ser menos correcto y más coloquial en sus expresiones, sobre todo cuando existe una estrecha relación de amistad entre los contertulios.

Así, es habitual intercalar expresiones soeces y malsonantes entre las frases, que el receptor del mensaje podría interpretar como una falta de respeto, incluso un insulto, si esto se vertiera por escrito, sin que ello perjudique el mensaje.



Si importante es la ortografía y la gramática en las expresiones escritas, tanto o más lo es la manera con que expresamos nuestras ideas. La claridad y la concreción, sin perdernos en divagaciones que alarguen su lectura y difuminen la idea que queremos expresar, son cualidades que el lector suele apreciar.

Evidentemente, también la educación a la hora de expresarnos. Salvo contadas excepciones, y en ámbitos muy familiares o de amistad, las muletillas, los vocativos o adjetivos peyorativos, no deberían tener cabida en este lenguaje, salvo que, realmente, se pretenda ofender al receptor del mensaje.

Si en una conversación al uso, los temas suelen ser próximos a alguno de los participantes, salud, trabajo, aficiones,… en un debate propiamente dicho, los temas suelen ser ajenos a los mismos, aunque ambos deben tener formada una opinión, como la política, el arte, la religión,…

Lo habitual es que una parte se posicione a favor de alguna idea defendiéndola, y por el contrario la otra parte, en contra, la rebata.

Pero es demasiado frecuente, y por eso de la propuesta del debate como asignatura, encontrarnos enfrascados en algunos, en que en un momento dado, uno de los participantes se queda sin argumentos, y en lugar de defender su posición, pasa a atacar a la persona contraria, entrando en descalificaciones que perjudican el debate, cuando no lo cortan de raíz.

Igualmente incorrecto, es intentar desmontar la postura contraria con argumentos que nada tienen que ver con el tema tratado.

En fin, dado que cada día, los medios de comunicación nos permiten interactuar con más y más personas, no estaría mal que estos intercambios de ideas y opiniones fueran lo más correctos posibles, para que en lugar de generar antipatías por quien piensa diferente, ayudara a fomentar el respeto y la aceptación de estas personas con ideas contrapuestas a las nuestras.

domingo, 22 de marzo de 2020

Crisis coronavirus


Hace tiempo que tengo medio abandonada esta página porque si tengo algo que decir sobre Villarreal lo suelto en Facebook y obtengo el feedback al instante. Es lo que tienen las redes sociales, la inmediatez.

Estos días he estado comentando ideas sueltas que se me iban ocurriendo sobre la pandemia que nos acecha desde el 31 de enero en que se produjo el primer caso en España. Se trató de un paciente ingresado en La Gomera.

Quizás el Gobierno tardó demasiado en reaccionar y cuando quiso implantar las medidas restrictivas, el contagio era tal que los positivos comenzaron a crecer de forma exponencial, y digo positivos porque si quisiéramos hablar de infectados, las cifras podrían ser mucho más alarmantes, ya que estimo, sin ninguna base estadística, que los infectados podrían representar el doble de los confirmados. La ‘suerte’, por denominarlo de algún modo, es que la gente sin patologías previas, puede pasar la infección asintomáticamente, o como si de una gripe común se tratara, pero aunque ellos no lo sufran, si que lo transmiten, por ello ese crecimiento tan desmesurado.

A pesar de que no quiero poner el foco de este escrito en el Gobierno, porque aunque hubiera sido otro, los resultados hubieran sido similares, si que he de reconocer que, si el conocimiento que ahora se supone que tenían de lo que se nos venía encima es cierto, lo han hecho fatal. Medidas tardías, poco restrictivas y mal aplicadas.

En cualquier caso, la primera medida que nos implica a la población en general, tanto infectados como sanos, es la de quedarnos en casa.

Es una instrucción muy fácil de entender y de cumplir, salvo casos especiales, que siendo muchos, no son tantos como queremos hacer ver con nuestras trampas e intentos de burlar la norma.

No entiendo que se pretende con saltarse la norma tan a la ligera. Los hay que se pasarían el día con el perro por la calle, los hay que van todos los días a la compra de alimentos o medicamentos y no hablemos de los que se han desplazado a sus segundas residencias en la playa, provenientes de zonas de alta concentración de infectados.

Es sobre estos sobre los que quiero incidir a la hora de culpar de muchas de las muertes producidas y que se seguirán produciendo, pues sobre el Gobierno, que no quiero exculpar lo más mínimo, ya habrá otros que pondrán el acento. Si al final hubiera un proceso para depurar las responsabilidades, deberían incluirse a estos inconscientes como acusados y hacerles pagar, en lo posible el mal que han hecho, o al menos que quede constancia de su culpa.

En fin, no tengo más que pediros que, mientras dure esto, os quedéis en casa.

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