Dentro de nada comienza el nuevo curso escolar sin ninguna medida adicional a las ya conocidas de higiene, distancia social y mascarillas.
La aplicación de las mismas implica un menor número de alumnos dentro del aula, las aulas burbuja, horarios de recreo diferentes para cada grupo, comedor en clase y algo más.
A pesar de todo ello, todos somos conscientes que los contagios serán inevitables, y es aquí donde me gustaría poner el foco de la reflexión.
Mi mujer es maestra, mi hija es maestra. Yo convivo con mi mujer, y ayudo a mi hija con los niños cuando ella está en clase, ya que su marido también trabaja.
Supongamos que se detecta un positivo en uno de los niños de los que mi mujer tiene en clase. Automáticamente todos los niños de la clase deberían estar en cuarentena, sus familiares y por supuesto sus maestros, entre los que estaría mi mujer.
No podría atender a mi madre, pero es que si se detectara después de una de mi visitas, también mi madre debería evitar más contactos, con lo que nadie debería poder visitarla ni cuidarla, cosa imposible, porque ella no se puede valer por si sola.
Todo este problema que veo para mi entorno, hay que multiplicarlo por tantos niños como haya en la clase, o en las clases afectadas, porque si el niño no es de un grupo burbuja, es decir que se mezcla con otros según la asignatura, el problema es mucho mayor.
En fin, no sé como debería enfocarse la vuelta al colegio. Tengo claro que en casa tampoco pueden quedarse, ya que los padres también han de trabajar, pero me parece muy irresponsable exponer a los niños y con ellos a todos sus familiares a unos rebrotes que, sin ninguna duda, van a llegar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario