Hay un tema de candente actualidad, a pesar del tiempo que se lleva bregando con o contra él, que és el relacionado con la violencia contra las mujeres.
Sería tonto e inútil negarlo, porque, a la vista está la cantidad de mujeres víctimas de la fuerza y brutalidad de algunos hombres.
Ocurre exactamente igual con la violencia intrafamiliar, bien sea contra los hijos o de estos contra los padres, o la vicaria que a pesar de que los que la sufren físicamente son los hijos, por parte de uno de los progenitores, va dirigida a dañar psicológicamente al otro progenitor.
Podríamos también mencionar otros tipos de violencia, com la xenofobia, homofobia, psicológica, bullying escolar o laboral, ... y tantos otros que seguro pululan por vuestras mentes, que no por ser menos frecuentes, dejan de tener su importancia y sobre todo, su impacto negativo para quién las sufre.
Se habla de que la mejor prevención es la educación, pero parece evidente que esta no termina de cuajar en nuestra sociedad. O no sabemos educar y educarnos, o llegados esos momentos de ofuscación en los que una persona debe entrar para ejercer la violencia contra otra, la educación se la pasa por el forro.
Ni la creación de un ministerio, con sus leyes salvadoras, ni de tantas y tantas asociaciones en defensa de las victimas de unos u otros, ni las ingentes cantidades de dinero con que se han regado estas iniciativas, que han enriquecido a sus promotores, han conseguido minorar ni un ápice tanta brutalidad, en cambio se esta consiguiendo enfrentar a los colectivos de los que provienen las víctimas contra los colectivos de los que salen los agresores, a pesar de que ni todos lo primeros la sufren, ni todos los segundos la propician, es más están en contra.
Como, por regla general, son los hombres los físicamente fuertes, todo esto les está dejando como los malos de la sociedad, sin tener en cuenta a los que no denuncian por no parecer débiles o a los que sufren psicológicamente daños difíciles de demostrar.
En cualquier caso, y ya digo, sin minimizar los daños a las mujeres, y dado que las actuales medidas y maneras de afrontar las distintas formas de violencia, se están mostrando claramente ineficaces, entiendo que está llegando el momento de cambiar las tácticas y técnicas de lucha.
Lo único que tienen en común todas estas agresiones a otras personas, es la palabra con que las calificamos, 'Violencia', deberíamos, pues, comenzar a legislar contra la violencia en general, con unos protocolos claros, proporcionales y rápidos en su ejecución, y sobre todo, efectivos.
No se trata de pedir 'por favor' a los agresores que no lo vuelvan a hacer. Hay que hacerles sentir que no pueden hacerlo de nuevo, porque eso duele. Duele en su libertad, en su economía, en su reputación social, como sea, pero duele, y el dolor se recuerda.
Es muy triste hablar así, pero si queremos terminar con todas estas lacras sociales, hay que dejarse de mojigaterías y pasar a la acción. Es muy bonito ser socialmente correcto, pero si la sociedad no responde a esta corrección, en la misma medida que alguien se la salta, podemos, es más, estamos obligados a saltárnosla contra ese alguien para meterlo en cintura.
