Hace tiempo que tengo medio abandonada esta página porque si
tengo algo que decir sobre Villarreal lo suelto en Facebook y obtengo el feedback
al instante. Es lo que tienen las redes sociales, la inmediatez.
Estos días he estado comentando ideas sueltas que se me iban
ocurriendo sobre la pandemia que nos acecha desde el 31 de enero en que se
produjo el primer caso en España. Se trató de un paciente ingresado en La
Gomera.
Quizás el Gobierno tardó demasiado en reaccionar y cuando
quiso implantar las medidas restrictivas, el contagio era tal que los positivos
comenzaron a crecer de forma exponencial, y digo positivos porque si quisiéramos
hablar de infectados, las cifras podrían ser mucho más alarmantes, ya que estimo,
sin ninguna base estadística, que los infectados podrían representar el doble
de los confirmados. La ‘suerte’, por denominarlo de algún modo, es que la gente
sin patologías previas, puede pasar la infección asintomáticamente, o como si
de una gripe común se tratara, pero aunque ellos no lo sufran, si que lo
transmiten, por ello ese crecimiento tan desmesurado.
A pesar de que no quiero poner el foco de este escrito en el
Gobierno, porque aunque hubiera sido otro, los resultados hubieran sido
similares, si que he de reconocer que, si el conocimiento que ahora se supone
que tenían de lo que se nos venía encima es cierto, lo han hecho fatal. Medidas
tardías, poco restrictivas y mal aplicadas.
En cualquier caso, la primera medida que nos implica a la
población en general, tanto infectados como sanos, es la de quedarnos en casa.
Es una instrucción muy fácil de entender y de cumplir, salvo
casos especiales, que siendo muchos, no son tantos como queremos hacer ver con
nuestras trampas e intentos de burlar la norma.
No entiendo que se pretende con saltarse la norma tan a la
ligera. Los hay que se pasarían el día con el perro por la calle, los hay que
van todos los días a la compra de alimentos o medicamentos y no hablemos de los
que se han desplazado a sus segundas residencias en la playa, provenientes de
zonas de alta concentración de infectados.
Es sobre estos sobre los que quiero incidir a la hora de
culpar de muchas de las muertes producidas y que se seguirán produciendo, pues
sobre el Gobierno, que no quiero exculpar lo más mínimo, ya habrá otros que
pondrán el acento. Si al final hubiera un proceso para depurar las
responsabilidades, deberían incluirse a estos inconscientes como acusados y
hacerles pagar, en lo posible el mal que han hecho, o al menos que quede
constancia de su culpa.
En fin, no tengo más que pediros que, mientras dure esto, os
quedéis en casa.
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