Llevamos más de 9 mese desde el primer confinamiento huyendo del contagio del Covid-19, y esto, con sus altibajos, no hace más que empeorar.
Mucho se ha hablado y se hablará sobre el tema, sobre las medidas que aconsejan los sanitarios, los expertos, si es que los hay, y no me refiero a los del Gobierno, sino a gente que realmente sepa sobre el tema. Sobre las restricciones que nos imponen desde los diferentes centros de poder, nacional o autonómico, y la verdad es que el virus sigue su progresión, infectando a unos y otros, con mayor o menor gravedad, en función de la carga viral que reciban del contagiador, o de las patologías previas que el contagiado llevaba en la mochila.
Todos nos hemos decantado hacia la idea de evitar los contagios, a fin de vencer al virus, salvo algunos países que inicialmente no adoptaron ninguna medida, a fin de que la propagación incontrolada del virus, proporcionara la inmunidad de rebaño, es decir, que, con la mayoría de la población con anticuerpos, la enfermedad no encontrara transmisores que la siguieran expandiendo.
Como digo, se han buscado las medidas más efectivas para evitar los contagios, entre las que encontramos las que todos conocemos de, uso de mascarillas, distancia social e higiene de manos. Posteriormente se ha incorporado la ventilación para evitar los aerosoles.
Quizá la que mejor funcionó en su momento fue el confinamiento en casa de poblaciones enteras, incluso de toda España allá por el pasado mes de marzo y posteriores. Pero estas medidas, a pesar de mostrar su eficacia frente a la enfermedad, resultaba nefasta en lo que a la economía se refiere y su impopularidad entre los que necesitan de la gente para poder vivir, hizo que las autoridades la relegaran para situaciones de extrema gravedad, y así se sigue implementando, aunque yo diría que todas las situaciones en las que fallecen personas, son de ‘extrema gravedad’.
A pesar de todo ello, estamos asistiendo a lo que se ha venido a llamar la segunda ola, y ya de predice la tercera para después de las fiestas navideñas.
Con todo esto, lo que quiero decir es que quizá estemos apostando por un camino equivocado. Que igual es el más recto, pero que su implementación solo nos protege mientras mantenemos las medidas, pero en cuanto las relajamos, seguimos a merced del dicho virus.
Y mientras tanto los más vulnerables siguen cayendo, tal y como predecirían las leyes de la ciencia, en las que se intenta explicar la supervivencia del más fuerte.
Teniendo en cuenta todo lo comentado, que os parecería darle una vuelta de tuerca a la forma de actuar y, en lugar de huir del contagio, apostamos por contagiarnos de un modo controlado.
Pues bien, por qué no buscamos una forma de contagiarnos de un modo progresivo, poco a poco, unos grupos de personas ahora, y otros más tarde. Además, quizá la carga viral del contagio, si es pequeña al inicio, dé tiempo al sistema inmunológico a prepararse antes de que el virus de reproduzca en nuestro interior, No sé, no soy médico y quizá estoy diciendo una barbaridad, pero para eso la digo, para haceros pensar y los que estén más capacitados, que le den vueltas al tema. A veces de una idea sale otra, alguna puede ser buena.
Yo veo que ahora, a pesar de que los contagios siguen en aumento, los hospitales parece que no están tan colapsados. La gente pasa la enfermedad en casa, con unos síntomas más o menos graves, pero la mayoría supera la enfermedad. Eso sí, los mas débiles tiene cama en centros sanitarios donde pueden hacer algo por ellos.
Y esa es la idea, que nos fuéramos contagiando, sin colapsar los hospitales y que consiguiéramos la inmunidad de rebaño que todos deseamos.
Al fin y al cabo, la vacunación es una forma de contagio controlado.
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