Los actuales 'proges' creen que la lucha de clases la ha inventado Podemos, cuando toda la vida ha habido tensiones entre los ricos y los pobres. Tensiones que en los países 'avanzados' habían logrado un equilibrio más o menos estables, en los que quienes tenían el capital lo arriesgaban para multiplicarlo, de modo que, si todo iba bien, conseguían incrementarlo, pero si fracasaban, lo perdían.
Para conseguir sus fines, necesitaban de una mano de obra que se beneficiaba de unos jornales, marcados por la ley de la oferta y la demanda y negociados por la patronal de cada sector y los sindicatos, que les permitían cubrir sus necesidades sin arriesgar ningún capital.
Las actuales fricciones de clases, está rompiendo este equilibrio y como consecuencia de ello, el capitalista se reserva lo que tiene, a fin de no perderlo, con lo que deja de crear puestos de trabajo y de pagar salarios.
Más que la pescadilla que se muerde la cola, es una espiral descendente que está dejando el país en una ruina de la que nos costará mucho salir.
El caso es que, la culpa de estas rupturas entre clases, no la tienen ni los unos ni los otros, porque, como ya he dicho antes, ambas clases sociales han convivido ordenadamente durante muchos años sin ningún problema. Incluso ha habido trabajadores emprendedores que han creado sus propias empresas y se han hinchado a ganar dinero y empresarios a los que les han salido mal sus negocios y han terminado como trabajadores por cuenta ajena, que no es ninguna deshonra.
Lo malo es que los trabajadores reconvertidos en empresarios, salvo honrosas excepciones, nunca se han acordado de sus inicios, apoyándoles en sus reivindicaciones, y pagándoles unos jornales superiores a lo que los convenios colectivos marcaban.
Por otra parte, normalmente los empresarios venidos a menos, reconocen su mala suerte y aunque pidan ayuda a las instituciones, nunca echan la culpa a los obreros, en cambio estos últimos siempre culpan de sus penurias a los empresarios o a la sociedad, nunca reconocen que hubieran podido hacer algo más por ellos mismos cuando era hora de hacerlo.
En cualquier caso, y a pesar de todo, los equilibrios se venían manteniendo hasta que grupos de 'indignados', según ellos, 'vagos y maleantes' según otros, culpando de sus desdichas a la sociedad, exigieron una prebendas muy por encima de lo que 'el capital' estaba dispuesto a pagar. A partir de aquí, comenzaron las hostilidades.
Dado que 'pedir' es más goloso que 'dar', hubo mucha gente que se subió al carro de este movimiento, lo que ha hecho que llegaran al gobierno de la mano de 'Podemos'.
El poder exigir y regular el reparto de los bienes desde las instituciones, ha asustado a los que venían ostentado el poder, por medio del dinero, y ha hecho que lo vayan retirando del mercado, cerrando empresas, evitando contratar o incluso despidiendo, invirtiendo en otros países sin estos problemas.
Todo esto, agravado por la pandemia, que paralizó el país durante los meses de confinamiento, y cerró las puertas, por miedo, a la llegada de turistas, está dejando un país en bancarrota.
El gobierno, no acierta con la formula que equilibre el tema sanitario, con el económico-laboral, de modo que si prioriza la salud, como parece que sea lo correcto, la economía cae en picado, obligando al cierre de más empresas con el consiguiente generación de más paro. Y si se pretende priorizar la economía, los rebrotes de los contagios se reproducen de manera descontrolada.
Difícil solución tiene el problema. No sé si unas políticas de derechas, que mantuvieran las medidas sanitarias a raya, pero estimularan la creación de empresas y de empleo, podrían equilibrar esta balanza.
Está claro que, actualmente, después del enorme gasto realizado para frenar los efectos del Covid, España necesita recaudar para volver a recargar las arcas que aseguren el futuro de las políticas sociales, y para ello parece que la única forma sea incrementar los impuestos, pero esto lleva a lo contrario, ya que si se siguen cerrando empresas, las recaudaciones seguirán cayendo, en cambio, con una bajada de los mismos, se mantendrían y crearían más puestos de trabajo, con el consiguiente incremento en la recaudación.
En fin, no sé que sería lo mejor. Dejo estos pensamientos a vuestra consideración y si podéis aportar algo, estaremos encantados de leeros.
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