Aunque procuro respetar las reglas ortográficas y
gramaticales, tanto en castellano, como en valenciano, únicos idiomas en los
que, por desgracia, soy capaz de expresarme con cierta fluidez. Este último no
tuve la oportunidad de aprenderlo en la escuela, lo que me dificulta de alguna
manera su correcta escritura, pero, al mismo tiempo, me permite tener la
empatía suficiente como para entender los esfuerzos que hace la gente sin
demasiados estudios para escribir.
Últimamente, con la proliferación de las redes sociales, se
ven críticas contra las personas que al hacerlo cometen faltas de ortografía,
no son capaces de concordar adecuadamente algunas frases, o utilizan palabras
castellanas al expresarse en valenciano, o viceversa, cosa que en la
comunicación oral apenas nos supone ningún problema, pero que al verlas
escritas nos llama más la atención.
Las críticas, en estos casos, a pesar de poder ser
bienintencionadas, que no siempre lo son, de alguna manera y al expresarlas públicamente,
ofenden al que ha cometido los errores, avergonzándole y desanimándole a seguir
mostrando sus opiniones en público.
Me gustaría, con estas reflexiones, llamar la atención sobre
el orden de importancia que tienen las cosas en la vida, en este caso la
importancia de la comunicación frente a las reglas gramaticales.
Creo que todos estaréis de acuerdo conmigo en que es más
importante lo que se dice que como se dice, siempre y cuando sea entendible, ya
que en caso contrario no hay comunicación.
Dicho lo dicho, dejen ya de meterse con los que, por las
circunstancias que sean, no han sido capaces de aprender a escribir
correctamente y lean lo que dicen sin ese prejuicio, quizá puedan danos
lecciones en otros aspectos de la vida y por culpa de no expresarlo
correctamente nos lo estamos perdiendo.
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