Estamos en un momento de la historia
tan enrevesado en todos los aspectos, que no creo que haya un ser humano lo
suficientemente inteligente como para entender todas las implicaciones que la
actuación sobre uno de ellos tendría sobre los otros.
Algunas veces, ante hechos relevantes
que aparecen en las noticias, o que ocurren cerca de mi, me gustaría poder
dejar una opinión por escrito, pero cuando me enfrento al editor de textos y me
pongo a desarrollar la idea, van surgiendo flecos que cuelgan de la misma y que
no se como tratarlos para no ofender a nadie, además de que la idea en si, me
enfrenta a dichos flecos de un modo que no se como resolver.
Es el caso de la inmigración.
Tema candente en la actualidad y muy difícil de tratar, tanto para la población
en general como para los políticos.
Sin entrar en temas religiosos,
porque también es un fleco complicado, cualquier persona de bien reconocerá que
toda esta gente que huye de las miserias y los horrores que padecen en sus países,
son merecedoras de toda nuestra compasión y que nuestro país debe hacer todo lo
posible para acogerlos y atenderlos como a seres humanos que son y que han
tenido peor suerte que nosotros.
Por otra parte también somos
conscientes que la llegada masiva de inmigrantes, crea conflictos y
enfrentamientos, primero entre nosotros y ellos, por las diferencias
culturales, ya que ellos reclaman poder mantener su forma de vida dentro de
nuestra sociedad, con las dificultades que ello tiene. Por otra parte por el
coste que ello conlleva y que, en grandes volúmenes, no estamos preparados para
afrontar. Me refiero entre otras cosas a la asistencia sanitaria, la educación,
las ayudas económicas y viviendas necesarias para una convivencia sin
violencias y por fin, su integración en el mercado laboral, que puede quitar
oportunidades a miembros de nuestros colectivos.
En segundo lugar entre nosotros
mismos, ya que todos no están (o estamos) dispuestos a aceptarles, lo que nos hace posicionarnos
a favor o en contra, enfrentándonos a conocidos, amigos, incluso a familiares.
Estos problemas, tratados
someramente, y que darían para profundizar en cualquiera de ellos, ya nos ponen
bastante complicado un posicionamiento, ya que si el corazón nos dice que hay
que ayudarles, la cabeza nos dice que tal y como se están planteando las cosas,
no podemos.
Esta claro, al menos así lo veo
yo, que la solución está en ayudarles en sus orígenes, creando economías que
les permitan subsistir por si mismos, pacificando las zonas de conflicto para aportar
la seguridad que les permita trabajar y desarrollarse como personas, y cuantas
actuaciones sean necesarias para que no tengan la necesidad de huir.
Todo esto cuesta mucho dinero y
no es fácil ni rápido de organizar e instaurar, por lo que durante el periodo
inicial, quizá muchos años, además del gasto que supondría el desarrollar estos
proyectos, también deberíamos seguir acogiendo y manteniendo a los inmigrantes
que seguirían llegando, por lo que el coste se vería incrementado.
Debería ser un proyecto a nivel
europeo, incluso diría que global, pero a la larga llevaría el mundo a una mayor
estabilidad.
Quizá soy demasiado optimista,
pues ya he dicho al inicio del escrito que no sabe nadie las implicaciones que
un hecho tendría sobre otros aspectos que quizá no hayamos tenido en cuenta al
programarlo.
En cualquier caso, les dejo una
encuesta para ir conociendo si los lectores son partidarios de acoger
inmigrantes o no.
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