Estoy leyendo en las redes sociales opiniones de todo tipo al respecto de nuestra Semana Santa y en especial por la escasa participación, tanto de cofrades y penitentes, como de público. Parece como si unos, queriendo ensalzarla solo vieran lo bueno, mientras que los detractores sacaran a relucir lo que pueda hacerla fracasar.
En la actualidad, época en que la religiosidad está en declive, es necesaria una inyección de vitaminas, en forma de nuevas ideas, para reflotarla y darle el esplendor que todos deseamos.
En primer lugar, es necesario sacar a la gente de la comodidad de los sillones, unos para participar en las procesiones, otros para esperar en paso de las mismas.
¿Cómo se hace eso? De entrada, no lo sé.
Lo que está claro es que, los que ya tenemos una edad, nos volvemos más inmovilitas, por tanto, de entrada debería intentarse atraer a los jóvenes. La idea de revitalizar las bandas de bombos y tambores fue muy buena y ello llevó al último auge de nuevos cofrades, pero da la sensación de que se está apagando.
Otra de los picos se alcanzó con la creación de nuevas cofradías por gente procedente de otras comunidades con mucha tradición, y que se integraron perfectamente en nuestra Semana Santa.
Habrá, o debería haber gente devanándose los sesos para que esto no termine como ‘una picà de fesols’, pero en el fondo sabemos que es muy difícil innovar, ya que está todo inventado. Es mucho más fácil y productivo copiar lo que se sabe que funciona.
Así hay quién propone que haya vestas a disposición de gente que pretenda salir a procesionar, bien por curiosidad o en cumplimiento de alguna promesa. Otros proponen incrementar en número de bombos y tambores, en detrimento de penitentes.
Un diseño diferente de los recorridos también podría aportar alguna novedad y cambiar los hábitos de los espectadores. Se trataría de que cada cofradía tuviera la imagen en su parroquia, donde se la podría engalanar a su gusto, lo que crearía cierta competencia. A la hora de procesionarla, saldrían de sus parroquias y tendrían un recorrido particular cada una, para confluir al inicio de la calle Santo Domingo con un turno preestablecido. Recorrerían esta calle y la de San Jaime y volverían a sus parroquias. Esto haría que cada barrio se identificara con sus imágenes y saliera a verlas en su recorrido propio, mientras que quién quisiera ver toda la procesión entera, se agolparía en las mencionadas calles centrales, con lo que se verían mucho más concurridas. Quizá en algún momento se necesitaría incluso que el Ayuntamiento dotara de sillas este recorrido.
También podrían mezclarse las tradiciones religiosas con la gastronomía que ahora está tan de moda. Durante los días de las celebraciones podrían venderse en los baser y pastelerías del pueblo panaes, tan tradicionales en estos días, que acompañadas de una cerveza ayudarían a pasar los ratos previos a la llegada de las procesiones.
No me gusta extenderme en estos escritos porque, si se ven largos, la gente no los lee, así que, a pesar de quedar muchas cosas en el tintero, lo dejo aquí. Si alguien lo considera conveniente, que aporte lo que considere oportuno en los comentarios.
Gracias de antemano.
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