Aunque no soy de los que se pelean por cualquier cosa en las redes sociales, si que me gusta expresar mi opinión sobre temas de actualidad. Lo suelo hacer con alguna frase que resume en pocas palabras mi pensar sobre el tema en cuestión.
Hace unos días, a raíz del día del orgullo LGTBI, tenía previsto subir una que más o menos venia a decir: Si quieres la igualdad, no exhibas tus diferencias.
Evidentemente no la subí, ya que este es un tema demasiado caliente en el que no se admiten medias tintas. El que no apoya el movimiento, está en contra de estos colectivos.
Pero esto no es así. Se puede ser el más respetuosa del mundo con todo tipo de personas, incluidas las de estos colectivos, por supuesto, y no estar de acuerdo con las manifestaciones que de ellos se hacen públicamente. Y ved que digo ‘manifestaciones’, es decir, una persona puede ser lo que quiera, en cualquier lugar, y nadie tiene el derecho a reprochárselo, pero esta libertad no le concede más derechos que a cualquier otra persona, de cualquier otro colectivo o incluso sin estar englobado en ninguno de ellos, y el resto no nos manifestamos.
Reconozco que hay grupos que han sufrido el rechazo del resto de la sociedad, y para equilibrar ese rechazo, para que sean iguales, se ha luchado durante mucho tiempo, pero también creo que la sociedad que puede ser educada para entenderlo, ya lo ha hecho, y el resto, así les des con una piedra de canto en los diente, no lo entenderán jamás, ni con manifestaciones ni sin ellas.
Cada uno debe vivir su realidad dentro de los círculos sociales en que se mueva en cada momento, y creo que, en general, en esos círculos, todos son aceptados con total normalidad. Siempre habrá excepciones que hay que limar.
Yo, que ya tengo una edad, he conocido gente y me he relacionado con ella, que podrían estar integrada en algunos de estos colectivos considerados durante mucho tiempo como marginales, pero nadie me puede acusar de haberles faltado al respecto a ninguno de ellos, y no es que yo sea mejor que nadie, es que era la tónica general de la sociedad en que vivíamos.
El problema es qué, en lugar de limar las excepciones a que nos referíamos antes, y hacerlo con educación, se han pretendido limar con confrontación, algo muy en la línea de lo que está ocurriendo en nuestra sociedad, en la que se prefieren los enfrentamientos antes que las avenencias.
No sabría decir como se ha iniciado el camino hacia esta forma agresiva de interactuar, pero si me doy cuenta de cómo se mantiene viva y llena de rencores.
Si os fijáis, cuando se da una mala noticia, que son todas las que llenan los noticieros y los programas de debates de televisión y las de los periódicos, siempre se incluye en la descripción de la persona que la genera, o que la sufre el colectivo al que pertenece.
Si se explica una reyerta, física, dialéctica o de cualquier tipo, se dice que el agresor era… (Subsahariano, fascista, rojo, nazi, alcohólico, …) y que el agredido era… (Ponga Ud. los colectivos que quiera). Esto, que parece una explicación sin ninguna otra intención que ampliar la noticia, en el fondo genera la confrontación entre otros elementos de esos colectivos implicados.
Ahora ya parece que esa aclaración sea indispensable en la noticia, ya que cuando no se da y luego se averigua, se achaca a que el informador quería defender u ocultar el hecho punible de todo un colectivo.
Si por tónica general esa información no se diera, al final seria un enfrentamiento entre dos personas, con las mismas consecuencias, pero individuales.
Al final, entiendo que de lo que se trata es de aplicar la ley para todos igual, y para ello solo hay que analizar el hecho punible y no el colectivo al que pertenecen los implicados.
Como reza la frase que quería exponer: Si quieres la igualdad, no exhibas tus diferencias.
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