Mañana, como cada martes y jueves
desde hace aproximadamente cuatro años y medio, es decir, desde que me
prejubilaron de la Caja Rural, acudiré a mi cita con el ciclismo.
En horario de verano a las 7:30, el
cruce de la Avd. Francisco Tárrega con la calle San Miguel, se convierte en el
punto de encuentro de nuestro grupo de amigos, que nos reunimos para activar
estas articulaciones que poco a poco van mermando sus condiciones.
Si bien esta (el ciclismo) era
una de mis prioridades cuando me plantearon dejar de trabajar para aminorar la
carga estructural de una entidad que, como todos los bancos, no pasaba por sus
mejores momentos, nunca pensé que llenaría mi tiempo de un modo tan
gratificante.
La verdad es que llevo con esto
desde hace más de veinticinco años, casi desde el primer momento enrolado en el
grupo Capicua, de gran solera por aquel entonces en nuestra ciudad, pero que el
tiempo y las diferentes características de sus componentes se han encargado de
diluir.
Cuando comencé, por temas
relacionados con la salud (supongo que el stress se considera tema de salud),
daba mis paseos en solitario, sábados y/o domingo me montaba en mi Méndiz, y me
daba una vueltecita sin demasiadas pretensiones por las carreteras de nuestra
provincia cercanas a Villarreal. La verdad es que conocía pocas rutas
frecuentadas por ciclistas.
En una de estas salidas en
solitario fui a coincidir en el bar de Toni, en la Ribera de Cabanes, con el
mencionado grupo Capicua, compuesto por los que a la postre se convertirían en
mis mejores amigos.
Conocía a casi todos (por no decir a todos), y al verme llegar a almorzar solo, me invitaron a sentarme con ellos, invitación que ni pude ni quise rechazar.
Tras un almuerzo distendido nos dispusimos
a volver a casa. Para mi tranquilidad, igual hubiera regresado mejor solo, pues
su ritmo era bastante más alto del que yo estaba acostumbrado y me costaba
seguirles, pero entre todos me ayudaron y me animaron para quedar con ellos
para las siguientes salidas. De aquello hasta hoy parece que no haya pasado el
tiempo pero, como ya he dicho, han pasado cerca de treinta años.
Pero fueron muy pocas las salidas
antes que coincidiera con otros jubilados y prejubilados, casi todos
pertenecientes al grupo Vila-real, que también me ofrecieron la posibilidad de
sumarme a su grupo.
La verdad es que les estoy enormemente
agradecido, ya que las salidas tomaron otro cariz, de salir a voluntad propia a
quedar con un grupo la diferencia es enorme, ya que en el primer caso,
cualquier pequeña incidencia o contratiempo es excusa para quedarse en casa, en
el segundo siempre buscas solucionarlo para poder salir.
La verdad es que la vida da
muchas vueltas, y sin querer decir que estos se han convertido en mis mejores
amigos actualmente, si que puede afirmar que lo son tanto como los primeros, por lo que mi circulo se ha ampliado mucho con todos ellos. ¡Es lo que tiene el ciclismo, que siempre vas haciendo amigos!
Si eres un ciclista solitario, ¡Ven, somos un grupo de amigos que te estamos esperando!
Si eres un ciclista solitario, ¡Ven, somos un grupo de amigos que te estamos esperando!
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