Observo día a día, tanto en los noticieros o los programas de debate de la televisión, como en los periódicos, incluso en los blogs,
facebook etc, la indignación que se apodera de los ciudadanos ante las políticas de los gobiernos, tanto de izquierdas como de derechas, allá donde gobierne cada uno.
Es una reacción que podríamos catalogar de universal, pues
rara es la persona que no es capaz de enumerar lo que considera defectos de los
gobernantes.
El caso es que, si seguimos algún debate, lógicamente tiene
al menos dos bandos, y cada uno de ellos defiende posturas radicalmente
opuestas; si leemos los comentarios que los lectores añaden a las noticias que
los periódicos muestran por Internet, encontramos opiniones para todos los
gustos y de todos los colores.
Esto viene a poner de manifiesto la dificultad que debe
tener un gobernante para encontrar las mejores soluciones a los graves
problemas a los que se enfrenta, pues si bien unas políticas mejoran unos
aspectos de la vida social o económica, también es cierto que perjudican
otros, por lo que hay que sopesar que es más prioritario o más conveniente en
cada momento, provocando indignación en un sector social u otro.
Lo que resulta más complicado es encontrar propuestas para
mejorar o solucionar aquello que se critica.
Brainstorming, o tormenta de ideas es una herramienta de
trabajo en grupo que pretende aportar muchas ideas sobre el tema a tratar, para
adoptar las que se consideren más apropiadas en cada momento. Si cada uno de
los muchos indignados que nos permitimos criticar fuéramos capaces de aportar
al menos una idea positiva sobre el tema criticado, quizá entre todos
lograríamos que alguna de ellas fructificara para solucionar, al menos en
parte, el tema que nos ocupa, y en cualquier caso resultaría más honesta la
crítica, pues no me parece demasiado ético el criticar aquello que nosotros no
somos capaces de mejorar.
Por ir un poco más lejos, y una vez expuesta mi postura, me
gustaría hacer una reflexión sobre las formas de manifestar estas críticas.
Está claro que la más contundente es la huelga general, pero
también es la que más perjudica tanto a los manifestantes, como al resto de los
ciudadanos que no consideran esta opción. Normalmente nadie está para gastos en
desplazamientos ni para perder un día de salario, ni los que no participan se
merecen que perjudiquen sus negocios o que les impidan acceder a sus puestos de
trabajo o de ocio.
Entiendo que lo más positivo por el momento, sería seguir
trabajando (los que tenemos las suerte de poder hacerlo), para producir mucho,
mejor y más competitivo, de modo que nuestro esfuerzo generara más trabajo e
invertir la espiral hacia la creación de empleo, en lugar de hacia de destrucción.
Ya habrá
quien deba y pueda buscar los responsables de lo que está pasando, para aplicar
las penas que las leyes contemplen para estos casos. También ellos deben actuar
con honradez, para devolver la confianza de la población en la justicia y en
las autoridades.
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